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lunes, 10 de abril de 2017

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De la Crónica Deportiva Marzo 28 2017

8vaTemporada

“Re-PODRIDOS”



El lugar mas impensado

En 1932, la desesperación de los dirigentes de River por ganar el campeonato era evidente. El profesionalismo había iniciado su camino imparable el año anterior y Boca, el archirrival, se había consagrado campeón, al igual que en el último torneo amateur de 1930. River no ganaba nada desde 1920 y por eso sus directivos invirtieron muchísimo dinero para contratar al goleador de Tigre,Bernabé Ferreyra, quien había entusiasmado a los que lo vieron jugar en la cancha «del lechero ahogado» para el equipo azul y rojo de Victoria.
Por Bernabé se pagaron 35 mil pesos, y otras incorporaciones de jugadores destacados (Arrillaga de Quilmes, Santamaría de Platense, Sciarra de Ferro, Cuello de Tigre y Basilico de Atlanta)
Conformaron un plantel armado y pensado para ganar el segundo campeonato profesional.
El torneo fue peleado desde el inicio hasta el final por tres equipos. Cuando River e Independiente lideraban con 33 puntos y eran perseguidos de cerca por Racing, el 14 de agosto el equipo de la banda roja visitó a Estudiantes en La Plata. Allí protagonizó un partido especial, donde hubo seis goles y un incidente que quedará en el recuerdo.
Ese mismo domingo de agosto,los diarios argentinos informaban sobre un nuevo gremio que aparecía en Gran Bretaña, el de los jugadores de fútbol. Es que las renovaciones de los contratos y las rebajas en los sueldos, por la crisis del '29 que desplomó la economía de Estados Unidos y Europa, habían provocado el caos entre los clubes ingleses.
Ajenos a su esplendor inicial, los británicos se esmeraban por seguir compitiendo contra equipos de otros países y por revitalizar un fútbol austero en todo sentido.
En cambio, el fútbol argentino estaba en pleno crecimiento. El profesionalismo acercó dinero y provocó que se blanqueara el hecho de que algunos futbolistas simulaban ocupar empleos para justificar así la plata que les pagaban sus clubes. Paralelamente,el fanatismo iba expandiéndose y subiendo de tono.
Justamente, el torneo de 1932 estuvo plagado de incidentes, como una muestra más de esa particular relación de placer y padecimiento que mantienen los argentinos con el más popular de los deportes.
Pero volvamos al domingo 14 de agosto. Una jornada, la número 21, con un serio incidente en la cancha que Platense tenía en Manuela Pedraza y Crámer. Allí, el juez Canelas sancionó penal para el equipo local cuando estaban empatando con Gimnasia en dos goles. La resistencia de los jugadores visitantes fue aumentando hasta impedir la ejecución de la infracción. Canelas no tuvo más remedio que suspender el partido y,días más tarde, la justicia deportiva le daría los puntos a los calamares.
Mientras Minella, Delovo y Recanatini le protestaban al juez Canelas por el penal contra Gimnasia, en la ciudad de La Plata ocurría el «gol de ….». Los protagonistas fueron Alberto Zozaya, goleador pincharrata apodado «Don Padilla» y el juez Vicente De Angelis, junto con su asistente Rafael Mollo. Iban 25 minutos del primertiempo y River se imponía 2-0 con
goles de Bernabé Ferreyra de penal y del Alazán Santamaría, cuando,según relata el matutino La Nación, «Zozaya recibió la pelota de un pase de Manuel Ferreira, eludió fácilmente a Dañil y desde distancia apreciable despidió un tiro alto, que dio en la parte anterior del travesaño y visiblemente traspasó la línea del goal. Como la primera intención del árbitro era no sancionar el tanto, se produjo un serio incidente».
De Angelis se fue con sus colaboradores al vestuario —una casilla de madera ubicada detrás de la tribuna principal— y la policía invadió la cancha, desalojando el campo y obligando a los futbolistas a dirigirse hacia los vestuarios.
Tras quince minutos de incertidumbre, De Angelis regresó al campo de juego y otorgó el gol.

¿Qué había pasado en el vestuario? ¿Lo había convencido el asistente Mallo de la validez del tanto? ¿Fue amenazado el árbitro? La Nación arriesga una interpretación: «merece particular atención el desempeño del réferi.
Pobre sin atenuantes. Cabe afirmar que la resolución de rectificar una decisión luego de alojarse 15 minutos en el vestuario es absolutamente criticable. No ha de admitirse nunca en silencio una rectificación de este quilate —continúa La Nación—que es una magnífica negación de la autoridad del juez, puesto en la cancha para algo y que sienta, además, un precedente peligroso. No tiene, pues, la actitud del juez una explicación muy clara. Tampoco el hecho de que, una vez reanudada la disputa del período inicial, se diera por concluido cuando sólo contaban los cronómetros 35 minutos».
El partido fue levantando temperatura y un nuevo gol de River, de Peucelle a los 30 minutos, pareció inclinar definitivamente el resultado. Sin embargo, Estudiantes reaccionó en la segunda parte y con tantos de Enrique Guaita y Miguel Ángel Lauri, los wines de «los profesores», pudo empatar el partido en tres goles. De Angelis se retiró escoltado por la policía y confeccionó su informe, en el que argumentó que había otorgado el primer gol de Estudiantes porque había sido presionado por dirigentes y particulares locales en la casilla donde se cambiaba. Así,para todo el periodismo fue …«el gol de la casilla».

(del libro "Historias Negras del Futbol Argentino"-Alejandro Fabbri-Capital Intelectual)

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